Luego de que Estados Unidos eliminó las solicitudes de asilo en su frontera con México, miles de migrantes extranjeros buscan regularizar su situación en este país a través de la solicitud de refugio.
Ayer, las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en Tapachula, Chiapas, y en Naucalpan, Estado de México, se encontraban saturadas de personas que buscaban iniciar con su trámite.
En las oficinas de Comar 1, en Tapachula, cientos de extranjeros, en su mayoría provenientes de Cuba, Venezuela, Haití, Colombia, Perú, Ecuador, Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua hacían filas enormes entre empujones, conatos de enfrentamientos y acusaciones sobre la venta de lugares.
En esta ciudad, la Comar atiende un promedio diario de 400 migrantes, en un horario de 9 a 11 de la mañana. La prioridad son las familias con niños, quienes hacen una fila separada de los adultos.
En Naucalpan, los migrantes dicen que todos los días llegan más y más personas. Aquí las filas también son enormes.
“Debían atender a cerca de 300 migrantes; sin embargo, en fila sólo reciben a 157 personas numeradas con ficha”, señaló Víctor Sifontes Avilés, migrante venezolano.
Una comisión sin recursos
La falta de personal para la atención ante la enorme demanda, que se prevé incremente en los próximos meses, es consecuencia de la falta de recursos.
“La Comar es totalmente víctima del austericidio, así como de la falta de una política mucho más integral de refugio”, dice Cristina Hernández Engrandes, académica del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM.
En 2024, a la Comar se le destinaron 51 millones 201 mil 931 pesos, mientras que para este año tiene un presupuesto de 47 millones 866 mil 822 pesos. Esto es, 10% menos, lo que a juicio de expertos resultará insuficiente para atender a los miles de migrantes que buscan la condición de refugiado.
“La Comar contaba con un presupuesto que ya era insuficiente antes de [el presidente de Estados Unidos Donald] Trump y ahora, desde luego, es totalmente aún más insuficiente para brindar toda la atención que están demandando las personas que están llegando, por ejemplo, a Tapachula, Chiapas.
“Finalmente, las personas van a seguir moviéndose y no es opción para la mayoría regresar a sus países. Entonces, la falta de presupuesto y de personal impactarán en las delegaciones de la Comisión Mexicana, que en las próximas semanas no se darán abasto”, señala Hernández Engrandes. Gerardo Talavera Cervantes, especialista en respuestas humanitarias para personas en movimiento, expone que en las delegaciones que tiene la Comar en el país se ha incrementado el flujo de personas solicitantes de refugio. “En lo urgente es importante tener una respuesta humanitaria coordinada para que las personas puedan tomar sus decisiones de manera segura y sin riesgo”, dice.
“Urge que existan alternativas de regularización migratoria para que todas las personas tengan seguridad y que puedan también sumar y aportar a México”, señala.
Al respecto, la directora de Agenda Migrante, Eunice Rendón, destaca que desde hace más de cuatro meses la Comar carece de titular, y lamenta que esa institución no cuente con los perfiles idóneos para desempeñar su labor.
“Ojalá que se incluyan perfiles que sepan del tema, porque en general en esa subsecretaría todos los que han puesto, no son perfiles para tratar esos temas, desde el subsecretario hasta los de abajo. Ese es un lugar muy importante, estratégico que debe incluir a gente que conozca del tema”, refiere.
El negocio de las ventas de turnos
Ante la incapacidad de atender a la multitud, el negocio ilegal de las filas ha proliferado con cifras que van desde los 300 pesos hasta los 600 dólares, de acuerdo con versiones de los propios migrantes.
“Nosotros estamos aquí desde el miércoles y no hemos podido pasar, ya que por la noche vienen unos tipos con cuchillo y se posesionan de los espacios de adelante y los venden”, denunció una mujer cubana en Tapachula.